Sin cuento que contar

Ésta eres tú: Con todos los retales cosidos y remendados a pellizcos y besos tiernos o fríos, con los ojos hinchados por culpa de la sequía y con el cerebro reseco de tanto y tanto bloqueo. Una pared en el útero que engaña a su merced al pensamiento, esconde mil mariposas muertas en el vientre. Nunca va a importar que sea Agosto o Febrero, si cuando una va a su propio entierro hasta las flores no respiran. 

"Es mejor contar cuentos que baldosas." (Vikie Aisswort) 

Pero ya no cuentas cuentos, porque nadie se los cree y tampoco te quedan ganas de convencer a nadie que no hace calor ni frío, que el cielo es gris y no azul, que los perros hablan y que las princesas siempre son republicanas a pesar de ser unas jodidas vagas que quieren ser mantenidas y rescatadas una vez tras otra. 

Pero ésta no eres tú: No pides rescate ni sustento, ni que te despierten a besos porque ya te has acostumbrado a nadar entre el vaho de la soledad que empaña los cristales de los coches; siempre mirando hacia dentro por si se han dejado las llaves puestas para huir muy lejos, deprisa, sin importar espacio ni tiempo y si la gasolina se termina siempre puedes mirar que tus pies no están lo suficientemente hechos sal como para agrietarlos. 

Y ya no cuentas cuentos, porque ni tan siquiera eres tú. Ni tan siquiera te encuentras.