Consumió cada fase engendrando melancolía cada
vez más acrecentada sólo para mirar sus ojos con luz siniestra y tan nítida que
pensó que no podría soportarlo. Aturullaba cada sentido de su razón, aunque
cada uno iba a doce mil kilómetros por segundo y en distancia de aquel lugar,
llevándole del brazo de un cabo a otro sin opción a réplica ni queja. Se
desprendía de los posibles ajuares que pudieran dejar a su juicio una eternidad
de titubeos, pero de ningún modo se percataba de semejante acción. Dentelleaba
jazmines entre los labios entornados en cariacontecidos gestos durante su pensamiento
creaba poemas y prosas perennes que luego, al hacer frente al pliego, todo se
tornaba en atezado.
“Me apena El
Día que le teme a La Noche sin saber que éste será el mejor de sus compañeros,
aunque nunca se mezclen sus luces.”
“Me asombra
la manera en la que oscila la mente cuando se torna en inexperta sin razón
aparente cuando percibe la fragancia que identifica tu camino.”
“Escribir,
borrar,
Copiar y rectificar,
Trazar y tachar.
Así de nuevo
Empezar otro
día,
Refutando la
verdad
Construyendo
mil frases
Que buscan huir
Entre el
costillar
Ambiguo,
dormido
Inquieto,
Lento pero
despierto.
Con la manía
de despertar
Y gritar la
realidad que esconden
Las pulsaciones
sin tiempo
De orden y
llegada
A tus
sábanas presa
Sin condiciones
Sin palabras
Sin salidas,
pero sí entradas
A tu mazmorra
oscura
De lúgubres
pensamientos
De ira y
miedo
Vergüenza.
Lesa a tus
ojos
A tu boca
En esta
habitación
Del pánico
de locura
Ya maltrecha
Para posicionarme
Valiente, herida,
Presa
Ante ti y
tus luces
Que reinventan
formas
Quietas
Y murmullan
No te vayas
No te
detengas.”