Sólo un microscopio fue testigo de aquellas lágrimas de castigo para quien no se merece felicidad alguna. Impasible y frío, inmóvil y carente de sentidos. No hacía falta testigo alguno para ver cómo se tiraban de su piel las lágrimas que subrayaban sus ojos con agua y sal, para sumergirse en las heces dispuestas al azar con más bacterias que deshechos: como quien se suicida tirándose a una piscina de jeringas buscando su peor muerte.
"Mis lágrimas son de mierda... mis lágrimas de mierda." .-pensó para sí, mientras resbalaban por el cristal de muestras.
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Deje su alma aquí después de la señal. RIIIIIIIIIIIIIIP